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Casa Clara es un proyecto de vivienda que deriva de un encargo privado. Uno de los principales condicionantes viene dado por la parcela, de forma trapezoidal, que en su desarrollo reduce su ancho limitando el área de ocupación a una superficie triangular.
La ocupación en planta busca el máximo aprovechamiento posible. La escasa distancia entre las líneas de fachadas laterales (norte y sur) y el límite de la parcela (4 m) se aprovecha como condicionante espacial para generar un vacío perimetral con un alto grado de relación con los espacios interiores. De esta manera, las distintas estancias se amplían visualmente hacia el exterior y obtienen el máximo rendimiento de la superficie existente.
Distintas cubiertas organizan un volumen dividido en varias piezas que aumentan de altura según se alejan de la vía de acceso. Porches y terrazas modulan el grado de exposición, funcionando como filtros entre las estancias interiores y la vía pública.
Las zonas comunes generan un espacio continuo con un claro desarrollo longitudinal este-oeste, en donde el plano del suelo termina plegándose generando un graderío que da acceso a un estudio desde el cual, una escalera recta conecta con la planta superior.
Cada uno de los dormitorios se ubican a distinta altura con un vacío en triple altura que refuerza su independencia con respecto al resto de estancias de la vivienda.
Constructivamente, la casa toma los elementos constructivos típicos de la arquitectura vernácula del lugar, y busca con un lenguaje contemporáneo cumplir los deseos de la propiedad, al mismo tiempo que se busca minimizar el mantenimiento. Es el caso de las cubiertas, con estructura portante metálica sobre la cual apoyan las viguetas de la madera de la cubierta de zinc que sostiene.
Las fachadas se construyen con bastidores metálicos y 20 cm de aislamiento, lo que sumado al suelo radiante conectado a la estufa calefactora consigue una certificación energética A. El conocimiento en la arquitectura vernácula y la innovación constructiva buscan generar modelos propios del lugar que tengan un compromiso en cuanto a variables de sostenibilidad.
Para trabajar la mencionada relación interior-exterior, el muro de piedra del salón se expande hacia el límite de la parcela convirtiéndose en cierre de la misma y creando al mismo tiempo un patio vinculado a la sala de estar y un acceso abierto para vehículos. Una aportación que pretende romper la rigidez urbana de un tejido residencial de vivienda unifamiliares de la zona y mejorar las condiciones de acceso.
Suelos, paramentos y fachadas se apoyan en el detalle constructivo para fomentar la continuidad espacial entre interior y exterior, incluso en planta semisótano donde se ubica un pequeño gimnasio.